T. G. M. / MADRID
Día 15/01/2011
El fuego del galardón 2010 sigue encendido y ya se calienta la siguiente edición. Justo ganador en 2008, subcampeón en 2007 y 2009, Cristiano Ronaldo se coloca a la cabeza de la manifestación para conseguir su segundo balón aurífero. El rendimiento del delantero madridista es espectacular. No deja de escuchar que Messi es el mejor jugador del planeta y el portugués responde con lecciones magistrales de goles —32—, disparos (promedio de diez en 28 partidos oficiales) y jugadas a toda velocidad. CR7 es quien impone el ritmo infernal que el Real Madrid aplica en cada encuentro.
Su rival, Messi, suma 31 dianas en 27 encuentros oficiales. Y nadie argumentar hoy que el argentino supere al luso en eficiencia.
Estilo frente a constancia
Es la cadencia del estilo la que glorifica al azulgrana. Como Redondo en el Real Madrid de los 90, Leo es un jugador que lo hace bonito. Esa es la diferencia. Porque Cristiano es una revolución en el campo. No existe jugador en el mundo que mantenga una hora de explosividad constante como demuestra el número «siete» en cada actuación. Su carrera meteórica, su control de balón y sus regates no poseen la ejecución ortodoxa de Lionel, pero consigue todo lo que intenta. Y tiene otra virtud esencial: su participación en el juego del equipo es continua. No se esconde. No descansa. En este capítulo, Messi sí se da respiros. Su característica es golpear en tres acciones soberbias.
El madridismo, por eso, no está de acuerdo con la teórica superioridad del argentino respecto al portugués. La presencia de CR en el desarrollo del juego es enorme. Tiene en jaque al enemigo durante los noventa minutos. Una puesta en escena perenne que los votantes del Balón de Oro que residen en otros continentes no observan habitualmente, pues solo presencian los tres minutos de video de rigor con los goles y las mejores jugadas. La FIFA intentará variar algunos criterios.
